HOJA PARROQUIAL 183

domingo, 1 de noviembre de 2020

 Felices los que CRECEN en la CONFIANZA, porque están seguros en las manos de Dios. Santidad es sinónimo de confianza, gratuidad, aceptación… ver las cosas de otra manera. En todo lo que ocurre hay uno don escondido que el santo sabe descubrir desde la aceptación, la confianza y la gratuidad. Por eso dice el Señor “felices los pobres porque de ellos ES el Reino de los cielos”, o sea, de ellos es la plenitud, la paz, la armonía, el descanso. El santo no es el “perfecto” que ha conseguido la santidad, sino la persona, que conociendo sus límites, y a partir de ellos, ha dejado a  Dios ser Dios. Los Santos han desplegado todo el potencial que Dios ha puesto en sus corazones. El “radicalmente pobre” pone toda su confianza en lo que es, en dejarse amar por Dios porque Dios es amor, en confiar porque todo está bien, en bendecir porque su corazón está limpio  y “blando “como el barro para dejar que Dios que haga la “vasija”. Dejemos los “méritos”, dejemos los complejos y las culpas, y volemos, como águilas. ¡Somos santos! No hay que conseguirlo, sino dejar que se despliegue lo que ya somos.