El primer mártir del Cristianismo

sábado, 26 de diciembre de 2015

Muchos hombres y mujeres han muerto por defender su Fe. Hombres y mujeres que lo dieron todo por el seguimiento de Jesucristo, pero uno fue el primero y ese sería Esteban.
La vida de Esteban tenemos que encuadrarla dentro de una época donde Jesús había resucitado hacía muy poco y el primer Cristianismo era considerado una secta más dentro del judaísmo.  Según las escrituras, Esteban era el líder de los siete diáconos nombrados por los apóstoles, que salieron en defensa de los judíos helenistas (judíos de la diáspora que hablaban griego, aunque vivieran en Jerusalén). Esteban denunció las preferencias que la Iglesia daba a los judíos de origen hebreos frente a los judíos helenistas. Por otra parte, lo que le costó la vida fue que condenara el uso del Templo de Jerusalén como asiento de la idolatría contraria a la Ley de Moisés, afirmando además que sólo el Mesías estaba llamado a espiritualizar el culto del templo.
Este choque propició múltiples tumultos que llevaron a Esteban a ser condenado a lapidación por blasfemia contra Moisés y contra Yahvé. Cabe destacar, como simple curiosidad que Saulo de Tarso (el futuro San Pablo) se encontraba en el momento de su lapidación, aunque no se tiene constancia documental de que participara activamente en la misma.
El martirio de Esteban supondría algo más que un simple martirio. Tras esto, tuvo lugar el final del Cristianismo como secta del judaísmo, al separar el culto cristiano del culto judío practicado en Jerusalén. Así se concebía al Cristianismo no como algo exclusivamente judío, sino que todos y cada uno de los que crean, podrán salvarse, convirtiéndose en una religión Universal, concepto importantísimo que posteriormente llevará a su máxima expresión  el mencionado San Pablo y que se ratificará poco tiempo después en el denominado Concilio de Jerusalén.