EXPERIENCIA EN NÍJAR - Día 03

lunes, 16 de febrero de 2015

Hoy ha sido mi tercer día aquí, en Níjar. Hoy nos hemos dividido en tres grupos de los cuales cada uno tenía una misión distinta.

El primer grupo fue al taller ocupacional, donde se han dedicado a vender una ropa por un valor muy mínimo (0,50 ó 1 euro), simplemente para que la gente se concienciara de que le ha costado algo y le den un valor y no la tiren.

El segundo grupo se ha dedicado hoy a dos cosas, dar clase de español y más tarde a ayudar en la preparación y el reparto de alimento. Una de las Hermanas Mercedarias llamada Puri, o por los inmigrantes “Mamá Puri”, por lo cariñosa que es y el buen trato que le da a los necesitados, contó que hay muchos inmigrantes que vienen a pedir bolsas de alimentos, pero que ellos aún así no tienen tanta cantidad como la que se demanda aún haciendo lo posible para que les alcance ayudar a todos.


El tercer grupo fue el mío. Mi grupo se dedicó a ayudar a arreglar una casa donde se encontraban viviendo muchos chicos jóvenes y algunos mayores (inmigrantes) de varios sitios.

Lo primero que hicimos fue conocerlos. Fuimos con una Hermana Mercedaria llamada María José, que fue la que no los presentó. Después de conocerlos, desocupamos la habitación de uno de ellos, la cual arreglamos y dispusimos para pintarla de blanco. La verdad es que fue muy impresionante, porque estas personas, como nos contaba la Hermana María José, son personas que tienen de prioridad otras cosas antes que la limpieza; por ejemplo, una de ellas era la búsqueda de alimento o de agua. La habitación estaba muy sucia; un olor malo inundaba el pasillo y en las habitaciones había hechos unos empalmes de cables que eran hasta peligrosos.

Entre todos nos ayudamos y el resultado fue impresionante. Quedó bonita, limpia y confortable. Después, intentamos limpiar otra habitación, pero por su cableado no pudimos. Optamos por limpiar la cocina. Empezamos con las cocinas de gases, que había varias y en un estado inhumano. Después, lo hicimos lo mejor que pudimos y quedó muy bien todo. 



Nos terminaron de enseñar la casa y fue impresionante. Había una especie de bodega bajo tierra en la que vivían y compartían más de 18 personas; y la sonrisa en sus caras que era espectacular.

Nuestro grupo invitó a cuatro de ellos a cenar en nuestra casa, así que compartimos risas y pequeños detalles muy interesantes que nos hicieron pasar una noche muy buena. Los nombres de estos chicos son: Mamutu, Ibrain, Madi y Abraham. 

Desde mi experiencia personal, fue algo admirable. Todas esas personas que conocimos hoy y cada una de sus historias transmitían valentía. Le pido a Dios que me dé la capacidad de comprender su comportamiento y asimilarlo como un hábito, porque para mí no hay suficientes adjetivos buenos para calificarlos.

Si tuviese que describir a estas personas en una sola palabra diría ángeles, porque vienen desde lejos arriesgando sus vidas para poder buscar mejorar la calidad de vida de sus familias, posponiendo la suya y, después de todo lo que sufren, son humildes y se ayudan, aunque no tengan casi nada que compartir entre sí, sin pedir nada a cambio. Además, por muy mal que les vaya, le dan gracias a Dios con una bonita sonrisa en la cara siempre. 

Yo por mi parte, cada vez que rece, me acordaré de todo lo que estoy viviendo en esta experiencia y dedicaré también mi rosario por todas estas personas que están en la misma situación en el mundo.

Jesús


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