Mi hija pertenece a los grupos de la parroquia, pero este año estaba de viaje y no podría acompañarme a la Paella en el Pilar. Al principio pensé no ir, pero luego me animé porque también iban a estar algunas compañeras de la asociación de viudas a la que acudo.
Llegué temprano y ya se veía bastante ambiente por la plaza, muchos niños y jóvenes inflando globos, cantando, los más pequeños correteando por los alrededores… Me dijeron que los más pequeños habían estado desde por la mañana haciendo actividades, también se les veía muy felices saltando y gritando en el castillo que estaba por fuera. Y allí me senté un ratito a verles y a charlar con alguna amiga de mi hija.
Y llegó la hora de comer y como tenía una mesa reservada, tampoco tenía que volverme muy loca para buscar sitio. ¡Qué comodidad! El patio estaba lleno de mesas, las salas… qué maravilla. Se veía que todo estaba muy organizado, y que los que estaban al frente lo estaban haciendo todo con mucho entusiasmo e ilusión. No faltó de nada, siempre había alguien pendiente de que todo estuviera bien.
Me gustó que la paella la pusieran en el garaje, porque era más cómodo y así no se armaba tanto barullo dentro. Además de paella, me gustó mucho la variedad de postres que había, que me dijeron que eran caseros y se notaba. Y porque no quise tomar café, porque hasta eso había, más completo imposible. Y todo por muy poco dinero y por una muy buena causa, ayudar a los misioneros en proyectos que son muy necesarios en países que no tienen lo más básico.
Fue un día donde el gesto que destacó fue la sonrisa, la de los niños por la mañana jugando, la de todas las personas que allí estuvimos comiendo y la del grupo que organizó este día. ¡Muchas gracias! Ya me apunto a la paella misionera del año que viene.
María del Carmen, madre de seglar claretiana de la parroquia
A pesar de ser "nueva" en la parroquia (llevo 2 meses viviendo en Tenerife y en comunidad) el sábado en la paella misionera me sentí como en mi propia casa. Me encantó poder participar en las actividades con los niños... ¡Son tan alegres y espontáneos que te enseñan a vivir como misionero!
Fue maravilloso ver una parroquia entera poniendo, cada uno, su granito de arena para la realización de proyectos para los más desfavorecidos, los preferidos de Dios. Y todo desde la sencillez, el amor, el servicio y la alegría. El resultado fue mágico, como un pequeño GRAN milagro.
Noelia, perteneciente a la Comunidad de Seglares Claretianos