HOJA PARROQUIAL 200

domingo, 7 de marzo de 2021

Jesús no purifica el templo ¡lo destruye! ¡Se acabó el “templo”  y el “negocio montado en él! Dios no es un Dios encerrado en templos o en “creencias”. El Dios de Jesús está en la vida, en nuestra vida, en nosotros.  “La religión” de entonces (y de siempre) no soporta este gesto profético y por eso Jesús acabó en la Cruz. Qué bien iluminan este gesto profético de Jesús las palabras que dirige a la Samaritana; “Ha llegado la hora en que, para dar culto al Padre, no tendréis que subir a este monte ni ir a Jerusalén… Ha llegado la hora en que los que rinden verdadero culto al Padre, lo adoran en espíritu y en verdad. El Padre quiere ser adorado así. Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad” (Jn 4,21-24). ¡Qué Buena Noticia! ¡Somos el Templo de Dios! Un abrazo.