Hoy hemos empezado la Acampada Urbana. Después de todo el ajetreo del barco, llegamos a la Parroquia del Pilar, donde un numeroso grupo de APJs y niños ya empezaba a participar en las primeras actividades. Me hizo mucha ilusión volver a ver caras conocidas, ya no sólo de Tenerife, sino también del resto de lugares de la Provincia de Bética.
Poco a poco comenzamos las primeras dinámicas ya divididos en patrullas. Entre todos nos fuimos dando cuenta de la razón de estar aquí y la oportunidad que tenemos de cambiar un poco nuestra rutina y acercarnos más a la realidad del Señor. Aunque la diferencia de edad en esta Acampada Urbana es bastante grande, el entusiasmo y el saber estar de los más pequeños, hace especial cada momento y hace vivir con mayor ilusión cada gesto de los que se fueron llevando a cabo durante el día.
Compartimos una Eucaristía con la Pascua Misionera donde tuvimos la posibilidad de darnos cuenta que cada uno ha sido elegido por el Señor y que esta oportunidad hay que saber aprovecharla.
Este dia nos ha dejado numerosas experiencias y, sobre todo, un mensaje. Cada uno, como elegido del Señor, está capacitado para amar y perdonar, con su fuerza, desde el servicio, tal y como Él mismo hizo con nosotros: partirse y repartirse.
Paula Luján, Las Palmas
Una de las actividades de la Pascua Misionera es visitar enfermos y fui con mi compañero Alejandro. Visitamos a Maruca, una mujer de 92 años que vive sola, con la ayuda de su cuidadora.
Durante una hora hablamos con ella y escuchamos su experiencia: entonces supimos su historia, su enfermedad, su sufrimiento en la guerra civil y su dolor por la muerte de su marido y seis de sus hijos. Además, su único hijo vivo vive en Venezuela.
Pero ella es una mujer valiente que tiene una experiencia de fe enorme. Ella nos dijo su secreto para ser siempre fuerte: su rosario, que lleva siempre con ella, todos los días, y que le acompaña en su dolor. A pesar de estar con dolor y sola, ella nunca para de alabar a Dios a través de su rosario.
Encontrarnos con Marica, para mí fue una bendición, su experiencia me ayuda para vivir mi fe. Gracias a Dios porque me llevó a conocer a Maruca.
Rocky, de Granada