Dios está en todos y en todo. No hay dualidad. No hay arriba ni abajo, ni dentro ni fuera. Todos eso son conceptos mentales. En La Ascensión Jesús trasciende nuestras categorías, mentales, espaciales y temporales. Jesús no se va, porque está en nosotros y con nosotros. Él, la cabeza, nos precede y nos da su Espíritu que nos empuja para que nosotros vayamos ascendiendo, creciendo, dejando el modo de pensar “terreno” y así, transformar el mundo en el Reino de Dios, en el cielo. En definitiva, es vivir como Jesús vivió: "hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo". La puerta a este misterio no es la mente, sino el silencio. Feliz camino de transformación, feliz ascensión. Un abrazo.