¡Alégrate! ¡El Señor está cerca! Está tan cerca que no le vemos.
Él no tiene que venir de ninguna parte, está en nosotros. Caer en la
cuenta de esto es la mayor alegría que podemos experimentar. La alegría
no es una meta, es una consecuencia del despertar a lo que somos. La
gente de la "religión" pregunta ¿que tenemos que hacer? La propuesta del
Evangelio, después de Juan, es la de ser pequeños y dejarnos hacer. Se
acabó "el mérito", es el tiempo de la gratuidad y de la plenitud. No se
trata de dar, sino de darnos, porque lo que doy me lo doy a mí mismo.
Que vivamos hoy esta BUENA NOTICIA. Un abrazo.