Santa Lucía y los ojos

martes, 13 de diciembre de 2016

"Sacrificio puro delante de Dios es visitar a las viudas, los huérfanos y los peregrinos que pagan en la angustia y en la necesidad"

Lucía de Siracusa

Se cuenta que durante la persecusión de Diocleciano, el Procónsul Pascasio interrogó a una joven muy conocida por su devoción a Dios. Ésta era Lucía, la cual se negó a hacer sacrificios para otros Dioses. 

Incluso un Irritado Pascasio ordenó a sus soldados a que la llevaran a un prostíbulo para que la violaran, pero éstos, a pesar de haberla atado con cuerdas en las manos y en los pies, no podían moverla de su sitio como si una fuerza invisible la sostuviera frente a ellos.  

Pascacio ordenó someterla a suplicio con aceite y pez hirviendo, pero no logró hacerla desistir. Su Fe era más fuerte que el dolor físico.  Se cuenta que a Lucía la decapitaron por mantenerse fuerte en su Fe, algo que le valió años después para ser Santa, siendo patrona de la vista, pero ¿Por qué de dicho patronazgo?

La iconografía medieval, que perduró en otras épocas, la comenzó a mostrárnosla con unos ojos en una bandeja o platillo. Hay tres teorías sobre esto: se cree que  fue la belleza de los ojos de Lucía era la que no permitía descansar a uno de sus pretendientes, por lo que la joven se los arrancó y se los envió. La otra es la cercanía etimológica entre el nombre de origen griego "Lucía" con el término latino "lux", que significa Luz, que es algo que se percibe desde el sentido de la vista. La última (tan legendaria como la primera) nos dice que cuando Lucía estaba en el tribunal que la juzgaba, aun sin ojos, seguía viendo.