La Cuaresma desgraciadamente siempre ha sido visto desde
fuera y dentro del propio Cristianismo como una etapa triste, dedicada al ayuno
o la abstinencia porque la Iglesia “lo manda”. Sin embargo, la Cuaresma tiene
un sentido algo distinto al que incluso los propios cristianos le han dado más
de una vez, así como que es un periodo de tiempo litúrgico algo distinto al que
nos hemos formado mentalmente.
En primer lugar, cabe decir que la Cuaresma dura desde el Miércoles de Ceniza hasta la
Misa del Señor del Jueves Santo por lo que son 46 días en total, algo poco
sabido por lo general. La cuestión es que los Domingos (incluido el Domingo de
Ramos) no se tienen en cuenta como tal, ya que éstos no se consideran días
penitenciales, dado que al ser el Día del Señor no son días apropiados para el ayuno.
Los 40 días de Cuaresma simbolizan varias referencias bíblicas: los 40 días que estuvo Jesús en el desierto y los 40 años de marcha del pueblo de Israel hasta llegar a la Tierra Prometida. En ambos casos es un encuentro con Dios en el que se nos presenta el tiempo no como algo triste, sino como una oportunidad para encontrarte con Dios, reforzando tu Fe, mediante la reflexión y diversos actos penitenciales como el ayuno, la oración y la abstinencia.
Los 40 días de Cuaresma simbolizan varias referencias bíblicas: los 40 días que estuvo Jesús en el desierto y los 40 años de marcha del pueblo de Israel hasta llegar a la Tierra Prometida. En ambos casos es un encuentro con Dios en el que se nos presenta el tiempo no como algo triste, sino como una oportunidad para encontrarte con Dios, reforzando tu Fe, mediante la reflexión y diversos actos penitenciales como el ayuno, la oración y la abstinencia.
Algo común en estos días es que los Domingos las lecturas
versan sobre los temas relacionados con la conversión, el pecado, la penitencia
y el perdón. Por otro lado, no se canta el “Gloria” al final del acto
penitencial (excepto el jueves santo, en la misa de la cena del Señor), ni el
“Aleluya” antes del Evangelio (hasta la Vigilia Pascual del Sábado Santo). En
cuanto a los colores, el asociado a este período es el morado, haciendo referencia
al duelo, la penitencia y el sacrificio a excepción del cuarto Domingo que se
usa el color rosa y el Domingo de Ramos en el que se usa el color rojo,
haciendo referencia a la Pasión del
Señor.