"Y cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas; porque ellos desfiguran sus rostros para mostrar a los hombres que están ayunando. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa. Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, para no hacer ver a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará"
Estas palabras de Jesús en el sermón del monte nos revelan en esencia lo que debe ser el ayuno para el creyente: un encuentro personal de nosotros mismos con nuestras debilidades y el mismo Dios. Bien decía el Mesías sobre la actitud hipócrita de algunos con el ayuno, ya que hacían ayuno para guardar las apariencias de cara a la gente, olvidándose de lo realmente importante.
El ayuno ha sido practicado desde siempre por la Iglesia Católica, siendo recomendada por ésta. Cabe resaltar que el ayuno forma parte de las verdades que hemos de cumplir siempre (las otras son oración y limosna) y se nos recuerdan en el tiempo de Cuaresma.
Existen dos tipos de ayuno:
- Ayuno Eucarístico: Antes de costumbre ayunar desde la medianoche antes de recibir la Eucaristía. En la actualidad sólo se requiere un ayuno de una hora antes de recibir la Eucaristía, excepto en el caso de ser necesario el tomar medicinas o agua.
- Ayuno de Cuaresma: En clara consonancia con los 40 días de ayuno que paso Jesús en el desierto donde fue tentado por el diablo. Este ayuno consiste en una sola comida al día siendo las otras algo ligeras. La Iglesia requiere ayuno y abstinencia de comer carne los días de Miércoles de Ceniza y Viernes Santo, siendo día de abstinencia todos los Viernes de cuaresma. Tienen que cumplirlo todos los mayores de edad (18 años), hasta cumplir los 59 años. Por otra parte, los enfermos están excluidos.