San Juan Bautista o el predecesor de Cristo

sábado, 9 de enero de 2016

Cuántas veces hablamos o proclámanos la verdad o la esperanza en medio de la desigualdad, la desidia o el horror de una sociedad carente de compasión Es como si habláramos en medio de un desierto, el de una sociedad cuya falta de Amor la esta abocando al desenfreno.
Hace muchos años, hubo un hombre que proclamó la esperanza en medio del desierto físico y también espiritual, el que se hallaba a su alrededor. -Arrepentíos -decía -El Reino de Dios esta más cerca de lo que creéis. Llegara el día en que Dios instaurara su Reino en la tierra. Un Reino donde prime el Amor y no la discordia. Donde los justos podrán ejercer el poder; el poder que les da el Amor.
Ese hombre se llamaba Juan y vivía en la más absoluta humildad, proclamando el mensaje de Dios a aquellos que quisieron seguirle. Los poderosos de la época querían callarle, puesto que les reprochaba su vida llena de miseria y corrupción. Sin embargo, ninguno se atrevía a arrestarle, puesto que sus discípulos eran numerosos.
Era tal el mensaje de Juan, lleno de vida, que sus propios seguidores pensaron que si él sería el Mesías, aquel que debía de venir. Juan les dijo: -Yo os bautizo con agua en nombre del Espíritu de Dios, pero el que viene detrás de mi, os bautizara con fuego y Espíritu Santo. Vosotros me tenéis por profeta, enviado de Dios, pero de aquel que viene detrás de mi, no soy digno de calzarle sus sandalias.
A la mañana siguiente, se produjo un milagro. Juan se encontraba bautizando en el Jordan, cuando dentro de la fila, le toco a un hombre. Nunca nadie de los que estaba allí había visto una mirada tan limpia, llena de pureza y Amor. Juan que sabía quién era le dijo:
-¿Precisamente tú vienes a que yo te bautice? ¿No sería lo más correcto que fueras tú el que me bautizara a mí?
El hombre le contestó:
-Conviene que tú me bautices a mí. 
Juan lo bautizo y cuando esto ocurría se oyó una voz poderosa: 

"Este es mi hijo amado del cual me complazco"

Los que estaban allí, se quedaron maravillados ante tal escena. El hombre se fue ante la atónita mirada de los que allí estaban Sin dejar de ver como se alejaba el hombre, Juan les dijo a sus propios discípulos:
-Ese es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.
Andrés, uno de sus más fieles seguidores, le pregunto:
-Maestro ¿Qué dices?
Juan le respondió:
-Ese es aquel que instaurara el Reino de Dios, donde reinara el Amor. El Reino que no tendrá fin. Seguidle porque es el camino que lleva al Reino del Amor.
La historia es bien conocida: estos acabaron siguiendo a aquel hombre. Un hombre que fue un auténtico revolucionario del Amor en medio de una sociedad carente de ella. Juan acabaría siendo asesinado por aquellos a los que su mensaje ponía en dificultades, pero, antes de eso, había proclamado la llegada del Mesías, el Salvador del Mundo, que instauraría el Reino del Amor.