Testimonio #40 - Bautizos en la catequesis, toda una bendición

miércoles, 22 de abril de 2015

Irene y Mónica, son dos niñas de la catequesis de infancia que el pasado domingo, 12 de abril recibieron el bautismo, y  que el 1 de mayo harán la primera comunión.


Por diversas razones, ellas no fueron bautizadas cuando eran bebés; pero ahora que son mayorcitas y con motivo de su Primera Comunión, es cuando han tomado la decisión, apoyadas por sus padres y familiares, de bautizarse.  Han tenido dos años de preparación, pero ha valido la pena. Ha sido un camino pausado y sereno, sin prisas pero sin pausas. Poco a poco, de la mano de sus catequistas, han ido encontrándose con Jesús, el que será el motor y la luz  de sus vidas de ahora en adelante.

Los días previos al bautizo, se las veía muy felices, y sobre todo con una actitud que reflejaba seguridad en el paso que iban a dar. Esto lo pudimos comprobar en la entrevista que Mónica e Irene, junto con  sus padres y padrinos, tuvieron con el párroco. Fue una entrevista muy catequética y muy iluminadora para todos.



Llegó el domingo, el segundo de Pascua. A la hora fijada y con la emoción contenida, llegaron las dos acompañadas, como es natural,  de sus padres y padrinos. Venían lindísimas. A la vez, los bancos de la iglesia se iban ocupando por sus compañeros de catequesis, signo muy bonito, pues expresa la comunidad que acoge a los nuevos miembros


La celebración fue muy gozosa. Al inicio de la eucaristía, y como requiere el ritual, se les formularon varias preguntas sobre a qué venían y por qué; las respuestas, Mónica e Irene las tenían claras. Después de la homilía,  tuvo lugar el rito bautismal con el agua, el aceite y la luz. Para el momento propiamente del bautismo, el del agua, todos los presentes nos acercamos a la pila;  allí, muy cerquita, contemplamos con emoción el nacimiento a la nueva vida, el gran misterio del Padre y de sus hijos amados… ¡Maravilloso! La tensión de ese momento se palpó, vibró, y sólo lo rompió el caluroso aplauso de acogida que se les dio a las recién bautizadas como nuevos miembros de la comunidad.


Le damos las gracias al Señor por este gran regalo de Mónica e Irene y por la oportunidad que nos ha dado de revivir nuestro propio bautismo, redescubriendo con alegría el misterio que hay dentro de nosotros,  y lo que somos: ¡Hijos de Dios!