Este pasado fin de semana la comunidad de Seglares claretianos del Pilar estuvo de convivencia. Como la fecha elegida coincidía con la celebración del cincuenta aniversario de la parroquia, se mezclaron los tiempos de oración y fraternidad con los de Servicio.
Nos guió en estos dos días María, la mejor de las guías en el camino de la fe, de su mano, revivimos la anunciación, la experiencia de un Dios que irrumpe en nuestra vida, desconcertándonos, pero llenándola de su Espíritu para hacernos capaces de serle fiel. Repasamos el modo de ser de María para ver cuánto nos parecíamos a ella y que nos faltaba para ser más iguales. Nos presentaron los dogmas de la fe, que se refieren a ella, y las muchas encrucijadas a las que María tuvo que enfrentarse. También nosotros tenemos que enfrentarnos cada día a muchas encrucijadas que nos obligan a elegir entre los planes de Dios y nuestros planes, entre la manera de actuar de Dios y la nuestra y en María encontramos un modelo inmejorable de creyente, cercana, para ayudarnos a decidir lo que más agrade a Dios en cada momento.
Contemplando las bodas de Caná descubrimos que para que Dios actúe en nuestra vida, antes tenemos que echarnos a un lado, aceptar su intervención y entonces Dios no sólo hará milagros en nuestra vida, sino que hará de nuestra vida un milagro permanente.
También revisamos desde ese texto cómo está siendo nuestro servicio ¿qué cambiaría Dios en él? ¿qué hay de Dios en él? Personalmente descubrí que sólo los servicios que hago por haberme sentido llamada por Dios, los hago como Dios quiere. En el resto despliego todos mis defectos, mi cansancio, mi irritación. Es la intervención de Dios en mi vida la que me hace capaz de servir con generosidad, sin límites, sin cansancio, dar la vida.
Terminamos el encuentro poniéndonos bajo la protección del manto de la Virgen del Pilar para que ella fortaleciera nuestra fe. Verdaderamente he disfrutado todos los momentos vividos, he tenido un profundo encuentro con Dios, que, una vez más, se me revela en medio de mi comunidad. En mi vida de cada día con frecuencia olvido la grandeza de Dios y esta convivencia me ha servido para recordar intensamente quien es el Señor de mi vida. ¡Gracias Señor, gracias, María, gracias hermanos!
Nieves, perteneciente a la Comunidad de Seglares Claretianos