Testimonios #30 - Excursión del pasado sábado

martes, 15 de julio de 2014

      A las 7.30 de la mañana sonó mi despertador, lo primero que pensé era que madrugaba para estudiar, pero por suerte ese sábado de verano iba a ser diferente. Con mucho sueño comencé a preparar lo necesario para una excursión, además quería disfrutar y dar lo mejor de mí, sabía que mi actitud sería clave durante el día.

     Horas más tarde cogimos una guagua en la estación de La Laguna que nos llevó a la Casa Forestal, una vez ahí comenzamos la caminata. Había humedad y algo de fango, sin embargo se respiraba mucha ilusión sobre todo por parte de los más pequeños del Grupo de Jóvenes. El momento que más me hizo reflexionar a mí fue después de la oración, cuando mi APJ preguntó: “chicos, ¿estarán disfrutando del paisaje y no solo pendientes de las piedras de camino, no?”. Llevando esa pregunta a mi vida diaria, me di cuenta de cuánto tiempo llevaba centrada en esos obstáculos que se me presentan, esas “piedras” que a veces cuestan tanto superar, mirando fijamente el camino que andaba con temor de caer en cualquier momento; soñando con el futuro y rindiéndome a veces al ver lo difícil y todo el trabajo que me iba a suponer alcanzar mis metas y así me olvidaba de las increíbles vistas que tenía, que para mí son personas: mi padre, mi madre, mis dos hermanos que con su inmenso amor no me han dejado caer, mi hermana (aunque la biología diga lo contrario) un apoyo incondicional y necesario. También mis amigos de hace años y aquellos que no veo tan a menudo. Sin olvidarme de mi Parroquia, ya son 10 años que lleva formando parte de mí, todos los APJ´s que me han visto crecer y a los dos grandes que he tenido este año y que tanto me han aguantado, mi grupo de vida, que sé que darían la cara por mí en cualquier momentos y que aunque a veces me cueste reconocerlo, los quiero a cada uno de ellos. 

     Me doy cuenta de todo el tiempo que perdemos enfadados con personas que queremos, el gran valor que tiene la palabra “perdón” y lo difícil que es amar como ÉL hace. Una vez me dijeron que somos algo egoístas, pedimos a Dios “salud y trabajo”, cuando deberíamos pedirle “ser mejores personas cada día y no hacerle daño a nadie”, sin duda tiene razón, debemos cuidar ese “paisaje” que nos acompaña en nuestra rutina, que indudablemente a mí me hace la vida más fácil.

Estefanía, grupo de Compás


     Este sábado nos fuimos de excursión por el Monte de las vueltas por Taganana, un lugar bastante bonito, con unas vistas increíbles, donde pudimos respirar aire puro y vivir una experiencia única diferente a lo que normalmente vivimos en la ciudad. Disfrutamos durante un día de la compañía del grupo, cantando, riendo por boberías y por los múltiples resbalones causados por el suelo mojado. Fue un día donde pude ver al Señor en todo momento, lo vi en la naturaleza que me rodeaba pues es un regalo que no todos los días nos paramos a observarlo pero que Él lo mantiene ahí como símbolo de su amor. Me pude dar cuenta también de Él cuando nos ofrecimos ayuda los unos a los otros cuando no sabíamos bajar o cuando nos íbamos a caer, Dios estuvo en todo momento con nosotros, se ocupó de que a nadie le pasase nada y que todos pudiésemos vivir un día diferente, lo vi en el cansancio de la gente que aun cuando no podías seguir, el grupo venía y te transmitía esa fuerza para seguir avanzando...

    Acabada la caminata nos paramos para retomar fuerzas compartiendo la comida y disfrutando del momento de paz que se nos había brindado.

    Terminada la comida y habiéndola reposado un poco volvimos a la carga con más ganas y fuerzas que nunca para poder llegar a la última parada. Cuando ya se veía al final del camino y pudiendo ver la inmensidad del mar, una imagen bastante bonita e impresionante, tuvimos que echarnos una carrerita para coger la guagua dirección: las Teresitas. Fue entonces, cuando llegamos a la playa, donde pudimos disfrutar de verdad, bañándonos juntos y riéndonos a carcajada limpia, disfrutando los unos de los otros.

     Finalmente fuimos a terminar el día de la mejor manera posible, recibiendo a Dios y sintiendo la fuerza de Jesús para dar la vida cómo Él y transmitir su mensaje. Sin duda ha sido una muy buena experiencia que, a pesar de las agujetas ocasionadas y el camino difícil, repetiría sin pensármelo dos veces.

Cristina, grupo de Compás


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