Por eso, la convivencia que vivimos el sábado pasado fue importante para los jóvenes, porque no sólo reímos, nos divertimos o conocimos a gente como nosotros, sino que nos ayudó a recordar a María, esa persona que le dijo “Sí” a Dios sin importarle nada más que la voluntad del Señor. Pero también nos ayudó a tener más en cuenta que si no llega a ser por ella nada de esto podría haber pasado, y que gracias a ella, el cristianismo también llegó a las islas.
Pudimos debatir qué era para nosotros el término “discípulos” y serlo por unos minutos. Dejando nuestra huella en una mala acción, aprendimos lo necesario para ser un buen misionero, las cosas necesarias que se necesitan para ayudar a la gente y llevar la buena noticia a todo el mundo. Pero lo más importante es que lo vivimos todos juntos con el equipo de PJV, que preparó todo esto por y para nosotros.
Cristina Garrido, 16 años, perteneciente al grupo de catequesis de Vuelo