HOJA PARROQUIAL 185

domingo, 15 de noviembre de 2020

¡La vida es un don! Nuestro propósito, nuestra misión, nuestra vocación, no es obtenerlo o conseguirlo, sino desarrollar lo que ya somos. Con esta “parábola de los talentos” podemos caer en la trampa de la “mente religiosa” preocupada por adquirir méritos, perdiendo así, la dicha de la gratuidad. Nuestra programación religiosa parte siempre de que “no tenemos” y, por lo tanto, la vida espiritual se reduce a conseguir “méritos” o “perfecciones”. Es la tentación permanente de convertirnos en el centro y esto es fuente de orgullo y también de sufrimiento. Podemos enterrar el don, o sea, dedicarnos solo a evitar las faltas, dejando la aventura de desarrollar todo lo que somos, por el miedo a equivocarnos. Jesús nunca amenaza porque la sabiduría no es amenazante, Jesús nos despierta a vivir en plenitud y en gratuidad. Ya somos esa la plenitud, dediquémonos a desplegar todo los dones que hay en nosotros. Vivamos en gratuidad y alabanza. Un abrazo.